La pareja que descubrió una mansión abandonada — lo que encontraron dentro los dejó sin palabras

Detrás de la puerta, una escalera de caracol descendía a la oscuridad. El aire que subía era frío, con olor a papel viejo y cera. Liam bajó primero, con la linterna temblando en su mano. La escalera parecía no terminar nunca, hasta que llegaron a una pequeña cámara subterránea. A diferencia de la decadencia de arriba, aquella habitación estaba intacta, como si alguien la hubiera querido conservar así para siempre.

Estanterías de madera cubrían las paredes, llenas de porcelanas y cajitas delicadas. En el centro, un escritorio cubierto de polvo y, sobre él, un pequeño fajo de cartas atadas con encaje. Emily tomó una con cuidado. El papel crujió, frágil por los años. “Clara Whitmore,” leyó en la firma. “Debe de ser ella.” Cada sobre estaba fechado entre 1923 y 1924 y dirigido a alguien llamado Henry Bell. “¿Un amante secreto?” preguntó Liam. Emily asintió despacio. “O alguien a quien no podía amar.” Se sentaron en el suelo frío y comenzaron a leer.

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