El oso que se acercó a la tienda del excursionista y lo cambió todo

El bosque estaba en silencio cuando Ryan abrió su tienda aquella mañana. Una niebla baja se aferraba a los árboles y el aire olía a pino y tierra húmeda. Llevaba tres días acampando en lo más profundo de la naturaleza de Montana, buscando un poco de paz después de un año difícil. Todo había permanecido en calma desde su llegada, casi demasiado. Ni los pájaros cantaban. Pero esa mañana, el silencio se sentía distinto. No sabía explicarlo, pero tenía la sensación de que el bosque lo observaba. Se agachó junto al fuego, frotándose las manos para entrar en calor, cuando un sonido rompió la quietud. Un crujido lento y deliberado de hojas secas detrás de él. Ryan se quedó inmóvil. Otro paso. Pesado. Cercano.

Giró la cabeza apenas, conteniendo la respiración. A través de la niebla apareció una enorme silueta entre los árboles. El estómago se le encogió. Era un oso, gigantesco, oscuro, avanzando directamente hacia él. El pulso le retumbaba en los oídos. El animal se detuvo a pocos metros, con el vapor saliendo de sus fosas nasales. No gruñía ni atacaba. Solo lo miraba en silencio.

Sigue leyendo en la siguiente página para descubrir qué ocurrió después.