Este cobertizo que todos temían escondía un secreto impactante

En las afueras de Maplewood, un viejo granero se inclinaba peligrosamente hacia un lado. La pintura se desprendía en largas tiras y el tejado se hundía bajo el peso de los años de abandono. Los vecinos murmuraban sobre los ruidos que salían de su interior, pero nadie se atrevía a cruzar aquellas puertas rotas.

Una tarde gris, el sonido cambió. Ya no era solo el viento sacudiendo las tablas. Era un gemido suave y desesperado, débil y suplicante, como si alguien pidiera ayuda sin querer ser oído. Hasta los cuervos del vallado guardaron silencio. Lo que ocurrió después te dejará sin aliento.

Emma, que pasaba corriendo junto al granero cada mañana, se quedó paralizada. La hierba alta se movía aunque el aire estaba quieto. Su perro se tensó a su lado, con las orejas erguidas y la mirada fija en la puerta del granero. Emma había crecido escuchando historias sobre edificios abandonados que escondían algo más que polvo. Sintió, muy dentro del pecho, que algo vivo estaba atrapado allí dentro.